Nada es lo que parece

De nuevo estamos hoy aquí ante un resultado electoral que si bien  para algunos es adverso y para otros es favorable,  para algunos más es  al menos "raro". Pareciera que estuvimos con los ojos cerrados y que de pronto, desde la Plaza Caracas, la noche del 15 de octubre, nos abrieron los ojos a la fuerza.   Eso fue así, para los inocentes, para esos que creen en lo que la gente le dice, por el sólo hecho de que lo dice mirándole a los ojos, sin saber que hay gente que ha aprendido a mentir precisamente, con esa mirada.

Hoy escuchamos muchos análisis, casi todos políticos y casi todos se centran en los resultados de  las encuestas, que muchos no sabemos de dónde salen porque nunca hemos sido encuestados pero que aún así las damos por ciertas. Unos analizan  y explican que ya sabían lo que iba a pasar, pero que no todos entendimos, otros que hubo fraude y que a pesar de ser el mismo órgano electoral el que una vez les dió el triunfo esta vez "está clarito" que hubo una estafa. Otros, los menos, creen que los resultados son los mismos expresados como irreversibles por Tibi, pero  que hay que revisar acta por acta y mesa por mesa. Muchos factores incidentes, mucha incertidumbre y muchos cuentos de camino. 

El ánimo no obstante no es triunfalista, entre los que se supone que ganaron y digo se supone, no porque lo dude, sino porque  hoy,¿qué podemos celebrar?. La desesperanza  es la misma que ayer. La sensación de que no podemos alcanzar los altos precios de los bienes y servicios está tan latente hoy como ayer y la posibilidad de enfermar sin contar con los medicamentos necesarios para sanar es una sombra encima de cada uno.

Nada es tan cierto en la política de Venezuela como para poder saberlo antes de que ocurra y si alguien se acerca a ese análisis no es creído por lo que su adivinanza se hace ineficiente hasta que sucede. Y es así como tenemos la sensación de no haber llegado al fondo, de que lo que estamos viviendo no es todo y de que sus causas no son tan superficiales como nos las hacen ver.

La mentira subyace. Estamos ante, por lo menos, dos grandes empresas de publicidad, representadas en las dos opciones políticas que se miden en cada evento electoral, que intentan vendernos un producto que no queremos comprar y que además saben que no nos están engañando, por lo que cabe preguntarnos ¿Por que insisten en vendérnoslo?


Creo que esos publicistas nos han subestimado. Es posible que el pueblo no sepa a ciencia cierta que tanta triquiñuelas hay  entre las dos opciones, que por lo demás sería la mejor explicación del porque la crisis más que superarse se agudiza, pero al menos tiene sospechas de que nada es lo que 
parece.

Willmary Comus

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