Cansad@ de no creer

La trillada frase:  "Dios nunca nos abandona" debe contrastarse con la quinta de las llamadas siete palabras pronunciadas por Jesús durante su agonía en la cruz.  El, el Rey de Reyes, la mismísima segunda persona de la santísima trinidad, nuestro maestro y guía, quien nos enseñó en una sola y única oración cómo debemos dirigirnos a su padre, nuestro padre, él se sintió abandonado por Dios.

Como nosotros, en nuestras noches más oscuras, confió en que Dios le libraría de esa amarga copa, se dejó acontecer, vio como sus fuerzas no eran suficientes para acabar con su sufrimiento e hizo lo que se debe hacer en esos momentos: Orar, pedir ayuda al padre, pero esa ayuda no llegó , o no llegó al menos a los ojos del mundo.

Debía cumplir una misión que le llevaría a la gloria eterna,  que sin embargo necesitaba pasar por el duro camino del sufrimiento carnal y experimentó el silencio de Dios. Como él, la figura más grande del mundo  y el centro de mi creencia, también he sentido su abandono, pero sentir su abandono y estar abandonado efectivamente por él son dos cosas distintas y dos caras de la misma moneda, porque  Mientras que yo me he sentido abandonada,  él nunca me abandona y por eso me cansé.

Me cansé de no creer, me cansé de desesperarme, me cansé de confiar en mis propias fuerzas como las únicas capaces de ayudarme a salir de mis huecos, me cansé de confiar en el hombre, como si todo dependiera de él, me cansé de no orar en mis tormentas y de no creer, aunque las cosas no salgan como yo quiero. Me cansé de herir por inconsciencia o consciente de ello, me cansé de ver mi ego actuar, antes que a la bondad, me cansé ver venir el ego de mis hermanos cuando se sienten atacados por mí, sea verdad o ilusión, me cansé de verme ir en su contra y de hacerles creer que están equivocados, me cansé de no dejar salir lo bueno que hay en mí y de no ver lo bueno que hay en los otros, me cansé de ser instrumento para el cambio de los otros y de no aprovechar esas mismas lecciones para mí. ..Me cansé de no creer en Dios.

Cuando siento que no tengo una reja que asegure mi puerta, pienso en quien ni siquiera tiene una puerta o una casa, cuando veo mis varios problemas domésticos, recuerdo a los cuidadores de discapacitados que empujan sillas de ruedas por las calles, buscando lo mismo que buscan los que estamos completos y deben hacerlo con esa cruz tan evidente, tan dura y tan difícil de cargar y si aun sigo pensando en mis vicisitudes, imagino sus detalles más escatológicos, que afortunadamente he tenido que ver sin quererlo y mi cruz se alivia. A ellos les tocó esa, a mi una más liviana, que me convierte en el producto de un milagro de esta cruda cotidianidad

No siempre las cosas están y son lo que queremos, pero si confiáramos,  se pueden ver caminos que aunque  inescrutables, incomprensibles,  nos llevan a la voluntad de Dios que siempre es mejor que la nuestra. Y cuando logramos destejer y rearmar el tejido de esos acontecimientos, no  comprensibles al momento,  luego se abren ventanas y veredas hacia Dios.

Ahora veo que soy yo quien debe abandonarse en él, avanzar y como Cristo-Jesús decir. "Padre en tus manos encomiendo mí espíritu" porque me cansé de no creer en ti.

Willmary Comus

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